domingo, 11 de septiembre de 2011

Día 23: Islas Whitsundays – 15/08/11


Para hoy tenemos contratada una excursión con Ocean Rafting, la misma compañía que nos llevo a la gran barrera en Cape Tribulation pero con otro nombre. Como nos gusto tanto el trato que nos dieron en Cape, decidimos contratar con ellos aquí, aunque desde Airlie Beach operan bastantes compañías. Otra de las cosas que nos ayudo a decidirnos es que esta compañía es la única que tiene acceso directo a las playas de Hill Inlet y a la playa de Whiteheaven, una de las más bonitas de Australia. La excursión incluye dos puntos para hacer snorkeling y almuerzo en la playa de Whiteheaven. Esta vez los dos llevamos traje de neopreno, ya que la experiencia con el frío en la Gran Barrera no podía volver a repetirse. En esta época del año la temperatura del agua en un día soleado suele estar a 22º centígrados, y si estás más de media hora en el agua necesitas un traje de neopreno. Además es aconsejable llevarse algo de abrigo para el trayecto de vuelta.

A las 9:30 nos recogieron en la puerta del B&B y en apenas cinco minutos estábamos en el embarcadero donde nos inscribimos y tras firmar un pequeño documento certificando que no padeces ninguna enfermedad que te incapacite para la practica del snorkeling, recogemos nuestros trajes de neopreno y nos sentamos a esperar en un banco. En el embarcadero hay cuatro lanchas y en cada una de ellas caben 25 personas.


Cuando llegas te dan unos papelitos de colores para organizar las lanchas, cada color corresponde a una embarcación. Desde aquí salen dos excursiones que hacen el recorrido del norte y otras dos que hacen el del sur. Nosotros hemos escogido el del norte que tiene dos puntos de snorkeling y además vamos a la playa de Whiteheaven.

Vamos viendo como van saliendo todas las barcas hasta que solo queda la nuestra, algo tiene que pasar ya que son más de las 10:00, hora programada para la salida de la excursión. Cuando vemos aparecer una familia de australianos por el embarcadero, no sabemos si no los encontraban o es que simplemente llegan tarde pero el caso es que allí estábamos mas de 18 personas esperando y sorpresa los últimos en llegar resulta que son los primeros en sentarse, dejando a una pareja sin asiento. La educación a veces brilla por su ausencia y como estamos de vacaciones no tenemos ganas de discutir con nadie, aunque tenemos que hacernos sitio en el fondo de la lancha casi empujando a los que ya estaban sentados. Al final acertamos sentándonos en el fondo de la lancha, ya que, había olas bastante grandes y este es el mejor sitio para no estar botando todo el camino.

Durante una hora larga de camino dando saltos con bastante oleaje, por fin llegamos a las primeras islas que pertenecen al archipiélago de las Whitsundays. En ese mismo momento uno de los dos chicos de la compañía decide darnos una explicación de las islas, su flora y su fauna, aunque con el ruido del motor de la lancha a toda velocidad no nos enteramos de nada. Pero por la cara de la gente, parece que ellos tampoco han podido oír nada, aunque poco parece importarle a nuestro simpático guía.

Por fin llegamos a una playa de arena blanca donde desembarcamos para empezar a subir por un pequeño sendero entre la vegetación. Subimos durante 10 minutos al primer mirador donde nos quedamos impresionados con las magnificas vistas de una gran franja de arena blanca que con la marea se va cubriendo de agua.


Las diferentes profundidades hacen que el agua tome todas las tonalidades de verde turquesa que puedas imaginar. Como las vistas eran impresionantes estuvimos un buen rato contemplando el paisaje desde el segundo mirador, que es desde donde mejor se puede disfrutar de esta maravilla de la naturaleza, sin duda una de las playas más bonitas que nunca hayamos visto. 



Siguiendo el mismo sendero bajamos hasta la playa donde nos esperaban las lanchas con el almuerzo. La vista de la playa con su arena blanca y el mar turquesa enfrente hacia que la comida pasara a un segundo plano, ya que, había que aprovechar al máximo el tiempo que teníamos en esa maravillosa playa.



Estuvimos paseando después de comer algo y en la orilla a poca profundidad podíamos ver pequeños tiburones y rayas de arrecife, así pasamos el tiempo hasta que llego la hora de marcharse. 



Salimos hacia la zona de snorkeling dejando atrás esta hermosa playa y en apenas 20 minutos estábamos sumergiéndonos en una pequeña cala donde tendríamos media hora para ver el jardín de coral que había bajo la superficie. El coral no era tan bonito como el de la gran barrera pero valía la pena por la cantidad de peces que se podían ver. Pero la sorpresa nos esperaba al regresar a la barca donde encontramos un enorme pez Napoleón que sin miedo de nosotros se acercaba para que pudiéramos verlo. La experiencia de nadar al lado de un pez tan grande y bonito es inexplicable, ya que, te deja casi sin respiración. Prácticamente tuvieron que subirnos a la barca porque no queríamos subir y dejar a este maravilloso animal.

El segundo snorkeling prácticamente duró 20 minutos que dedicamos a secarnos al sol en una pequeña playa, ya que, la vuelta con todo el cuerpo mojado y el viento fresco puede hacer el retorno bastante desagradable. El trayecto de vuelta duró una hora aproximadamente y con menos saltos que a la ida, pero al final cuando llegábamos al puerto a nuestro “capitán” le dio por surfear un poco con la lancha, experiencia poco recomendable para gente impresionable, ya que parece que la lancha vaya a volcar y aunque esto no pueda suceder, la verdad es que impresiona por la velocidad que lleva.

Una vez repuestos del susto nos dejo en el embarcadero y nos llevaron de vuelta a casa, donde tras una reparadora ducha nos fuimos a cenar al restaurante Sorrento donde comimos el día anterior. La cena fue muy agradable y con un buen tiramisú de postre que ponía el colofón a un estupendo día

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